El país se diferencia de otras naciones de la región como Paraguay
La titular de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes de Paraguay (SEPRELAD), Liliana Alcaraz recordó que su país incluyó en sus listados como organización terrorista a Hamas, el grupo que atacó a Israel en su propio territorio el pasado fin de semana. A diferencia del vecino país, la Argentina no considera a Hamas como una organización terrorista ya que no lo tiene incluido en sus listas.
Durante la clase que dio en el curso de posgrado “Terrorismo y Radicalización de la Violencia en el Cono Sur”, organizado por el Centro de Estudios sobre Seguridad Hemisférica, Terrorismo y Criminalidad Financiera de la Universidad de Buenos Aires (CESH/UBA), Alcaraz indicó que además de Hamas, Paraguay incluyó a Al Qaeda, ISIS y a Hezbollah.
“Lo que hace Paraguay a los listados cuando tiene conocimiento de la existencia de bienes de esas organizaciones que están enlistadas procede a la aplicación del congelamiento de esos activos”, explicó Liliana Alcaraz.
Para entender la gravedad de esta situación, Infobae consultó al director del CESH/UBA, Juan Félix Marteau.
– En la última clase del posgrado que usted dirige se planteó la designación de Hamas como organización terrorista. ¿Qué significa esta decisión?
Mis opiniones son de orden profesional y personal y no involucran ni comprometen a ninguna institución a la que pertenezco. Ahora le puedo responder con la menor ambigüedad posible: El Estado argentino tiene la obligación jurídica de designar a Hamas y sus miembros como terroristas, de acuerdo a lo ordenado por las resoluciones sucesoras de las Resoluciones 1267 (1999) y 1373 (2001) del Consejo de Seguridad, que poseen carácter mandatorio para la Argentina.
Esto significa que la Argentina no sólo debe aceptar las listas de terroristas creadas por los comités del Consejo de Seguridad, sino también definir una lista nacional de individuos y organizaciones terroristas y aplicarle las sanciones previstas para esta categoría de actores enemigos de la paz y la seguridad internacionales y, en particular, de la paz y seguridad del Estado de Israel, un aliado estrecho de la Argentina. Sin embargo, considero que además de esta obligación jurídica internacional, nuestro país tiene una obligación política y ética de tomar posición a partir de su propia configuración social y de su tradición cultural: Hezbollah y Hamas han cometido ataques intolerables contra ciudadanos argentinos, algo que nos impele a concretar todas las represalias previstas por el derecho vigente: punitivas, financieras, militares contra este tipo de agrupamientos y sus afiliados.
– Argentina ha designado a Hezbollah como organización terrorista. ¿Usted dice que debe hacer lo mismo con Hamas?
Luego del inaceptable ataque de Hamas contra el Estado de Israel y sus habitantes es necesario una toma de posición de mayor volumen político: una decisión que involucre al propio Presidente de la Nación, como titular del Poder Ejecutivo Nacional. Es él -a través de un decreto-, quien debe ordenar la designación de Hamas, de cada uno de sus líderes y de todos aquellos que hayan estado involucrados en el asesinato, secuestro y otras violaciones a la paz y seguridad del Estado de Israel. Hasta ahora funciona un mecanismo administrativo de menor entidad que delega esta decisión en el Poder Judicial, lo que me parece de una cobardía completa. Insisto, a un actor terrorista como Hamas lo debe designar el Presidente. Urgentemente.
– ¿Qué efectos tiene una designación como terrorista de una persona u organización?
En primer lugar, implica asumir una posición clara y de compromiso contra los enemigos de las sociedades libres. Este gobierno argentino tiene la posibilidad de hacer que nuestro país abandone la nefasta ambigüedad en esta materia que se materializó en el Pacto con Irán, y continuó luego en las constantes adhesiones a los “hermanos latinoamericanos”, los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia que simpatizan con Irán, principal y conocido soporte financiero, militar y político de los planes y acciones terroristas de Hezbollah y Hamas.
Me atrevo a pensar hoy que esa posición política es minoritaria en el espacio político que gobierna el país: el problema es el conjunto de humanistas de superficie, de progresistas sin substancia que se encaramaron en el falsario de los “movimientos de liberación nacional”, esa retórica vacía para amparar terroristas. En segundo lugar, designar a Hamas y sus miembros como actores terroristas permite ordenar sanciones financieras selectivas sobre los bienes y dinero y el de sus contrapartes, castigar el apoyo logístico, el reclutamiento y toda manifestación de radicalización de la violencia en nombre del odio al otro, esto es, de quienes no formamos parte del fundamentalismo extremista de estos asesinos.